martes, 30 de septiembre de 2008

Introducción a la grafologia

La grafologia (Grafo, escribir; Logía, tratado) está considerada en la actualidad como un sistema fiable que nos facilita descifrar los principales rasgos de nuestro carácter en detalle. Para muchos investigadores se trata de una ciencia auxiliar que sirve de apoyo en diversos campos como la medicina, las leyes, la selección de personal, la educación infantil, la investigación criminal o la investigación histórica.

Aunque algunas personas –desconocedoras de sus innumerables aplicaciones- tienden a clasificar injustamente la grafología como una técnica adivinatoria, lo cierto es que sus principios se basan en estudios rigurosos y contundentes. De hecho, una de las especialidades que estudian los grafopsicólogos formados convenientemente es la pericia caligráfica, muy empleada en los juzgados para determinar la veracidad o no de los documentos.
Los movimientos grafológicos

Bajo el rimbombante título De cómo por una carta íntima manuscrita se puede definir el carácter y modo de ser del autor, nacía el primer tratado grafológico en 1622, escrito por Camilo Baldi. A partir de entonces fueron surgiendo diferentes movimientos y corrientes grafológicos o escuelas, todos igual de válidos, destinados a ahondar en el misterio de la personalidad humana.

Así, por ejemplo, encontramos métodos menos ortodoxos, pero increíblemente exactos en las expertas manos del padre Jerónimo Moretti, como el de la Escuela Intuitiva-Contrastada, que posibilita incluso ¡descubrir la descripción física de un sujeto a través de su escritura!

O sistemas como el de la Ley Emocional, liderada por Rafael Schermann, que defiende que al igual que cuando hablamos tenemos los llamados lapsus lingüe, en grafología se produce el llamado lapsus cálami, lo que nos permite conocer las reacciones del escribiente a través de “palabras impacto” que descubren sus emociones más íntimas. No en vano esta corriente sostiene una premisa aceptada por otras escuelas: “Duda la mente, tiembla la mano”.

No obstante, la grafología es mucho más que todo esto. Aunque, cuando vemos actuar al grafólogo –debido a su agilidad- podemos pensar que sus conclusiones son producto de la “intuición”, lo cierto es que todo es medido en la escritura; desde el tamaño de la letra, pasando por la inclinación, hasta la velocidad. Pero, a modo general, ya es hora de “armarnos” con bolígrafo y papel para conocer algunas de las claves de nuestra caligrafía gracias a estos sencillos “test” de la escritura.

La firma, espejo del alma

Ahora vamos a analizar nuestra propia firma. Para ello cogeremos un papel blanco (tamaño DIN-A4), un bolígrafo y escribiremos una pequeña carta de 15 o 20 líneas, y firmaremos como lo hacemos habitualmente.

La firma simboliza la responsabilidad –no en vano, quien firma se responsabiliza de lo que escribe-, y el autoconcepto que sobre nosotros tenemos.

Mientras que el texto representa el “yo” social, la firma es el “yo” íntimo.

La dirección de la firma:

Refleja la ambición personal, nuestras aspiraciones y metas. Veamos algunos ejemplos:

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Firma que asciende en vertical: metas demasiado altas que están fuera de la realidad. Idealismo exagerado que busca escapar de lo cotidiano. También, mística y búsqueda de Dios.
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Firma muy ascendente: nos marcamos metas casi inasequibles, lo que genera “descontento crónico” con lo que hacemos. Si además la firma no es legible nos hallamos ante el clásico “trepa”.
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Firma un poco ascendente: realismo. Metas asequibles con deseos sanos de mejora.
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Firma horizontal: no significa que no tengamos aspiraciones. Tal vez, las hayamos conseguido ya. Imagen cuidada. Lucha por mantenerse.
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Firma un poco descendente: cansancio o enfermedad. Tristeza, pesimismo. Herida en el plano íntimo de nuestra personalidad.
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Firma muy descendente: depresión profunda y abatimiento.
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Firma que desciende en vertical: tendencia a la autodestrucción que conviene tratar con ayuda profesional. Por ejemplo, la firma de Adolf Hitler.

Firmas nobles e innobles:

Puesto que la firma refleja la ambición, debemos tener en cuenta que ésta puede ser noble o innoble. ¿Cómo podemos distinguir una de otra?

Ambición noble:

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El texto de la firma debe formar una línea recta (rectitud de intenciones).
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La firma debe ser legible (signo de autenticidad).
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La rúbrica debe ser sencilla.
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Firma ascendente.

Ambición innoble:

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El texto de la firma es ondulado.
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La firma es ilegible.
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La rúbrica es complicada.
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Firma ascendente.

Diferencias de forma:

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Texto anguloso y firma curva: aunque en el plano íntimo es una persona dulce y cariñosa, socialmente se comporta de forma dura y egoísta. Puede deberse a que realice su trabajo en un ambiente hostil.
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Texto curvo y firma angulosa: se pone una máscara para agradar y así lograr mayores beneficios personales. Actitud engañosa.

La legibilidad:

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Texto legible y firma ilegible: aunque socialmente es una persona abierta y clara, el plano íntimo no es tan legal.
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Texto ilegible y firma legible: en apariencia puede parecer poco sincero, pero en el plano íntimo es de fiar.
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Texto legible y firma legible: actúa siempre con sinceridad y claridad. Veracidad.